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Los héroes que compiten sentados

 

Escrito por: Jessica Perdomo

 

En el primer Torneo Nacional Mayores Masculino de Voleibol Sentado, realizado en el municipio de Sopó, Cundinamarca se presentaron seis equipos de cinco ligas diferentes, se encontraban Córdoba, Huila, Bogotá, Antioquia y dos equipos de LIDIFA, Liga de Deportistas con Discapacidad Fuerzas Armadas y Policía Militar.

 

El voleibol sentado en Colombia, se inició hace cuatro años por motivación de Tunney Cañón, actual entrenador de la selección Colombia, quien después de realizar una maestría en Cuba, trajo el proyecto y lo ha ido desarrollando gracias a la ayuda de la Federación Colombiana de voleibol, Coldeportes, El Comité Paralímpico Colombiano y las Fuerzas Armadas, donde los proyectos de inclusión y la recuperación por medio del deporte hacia las víctimas del conflicto armado y los discapacitados por enfermedades congénitas son de carácter prioritario para la mejoría de la sociedad colombiana.

 

Tunney es egresado de la facultad de medicina de la universidad Nacional, es nutricionista tiene 48 años de edad, según sus deportistas es una persona alegre, responsable y autodidacta, pero ante todo es un motivador. Gracias a él se realiza este evento que reúne en un mismo escenario a personas de todas las edades, regiones de Colombia y clases sociales con un mismo propósito, presenciar un gran espectáculo de una de las modalidades del voleibol, ¡el voleibol sentado!.

 

“Este deporte fue creado inicialmente para personas con amputación de miembros inferiores o superiores, aunque también pueden encontrarse deportistas con discapacidades mínimas que corresponden a perdida de movimiento, pérdida de fuerza muscular y/ o faltas anatómicas como son amputación de los siete primeros dedos o limitación funcional de estos, entre otras limitaciones del sistema nervioso central”, explica la fisioterapeuta Viviana Ostos Quintero.

Miguel Solarte, lleva veinte años en el Ejército y representa a Córdoba en este torneo, Solarte habla acerca de su accidente: “La lección ocurrió en un combate que tuve en San José de Antioquia contra el quinto frente de las FARC, el combate duró de las dos de la tarde hasta las cinco y perdí la pierna porque me quede veinticuatro horas sin atención”.

 

El conflicto armado en Colombia, desde 1990 hasta el 2013, ha dejado aproximadamente más de 10.542 víctimas por MAP y MUSE, según el programa presidencial para la acción integral contra Minas antipersonales. Teniendo en cuenta, que el 79% (8.369) resultó herida y el 21% (2.150) murió, Carlos Gómez vicepresidente de la Federación Colombiana de Voleibol manifiesta que se podría pensar en invertir un poco más en la recuperación de las víctimas heridas y trabajar con ellas en los diferentes proyectos que están realizando los departamentos para la inclusión y la recuperación por medio del deporte, lo que incrementaría los logros en el deporte paralímpico en Colombia, aunque admite que no es fácil motivarlas, pero sí es fácil que después de practicarlo quedan inmediatamente y automáticamente vinculadas.

 

El voleibol sentado en Colombia es un proceso muy joven, lleva cuatro años, se inició por motivación de Tunney Cañón, quien trajo el proyecto y se ha podido desarrollar con el apoyo de Coldeportes, el Comité Paralímpico Colombiano y la Federación Colombiana de Voleibol, cabe aclarar que ni el ciclismo ni el voleibol son deportes pertenecientes a la Federación Paralímpica porque se maneja directamente desde la propia federación, lo que lleva a que  el voleibol sea uno solo. Carlos Gómez aclara que: “haciendo un esfuerzo de privados y el Estado, pero con recursos mínimos se ha ido logrando los objetivos propuestos y la idea en Colombia es llegar a tener veinte, veinticinco ligas, para que este deporte trascienda como lo viene haciendo, pues la selección Colombia ha participado internacionalmente y han escalado en el ranking mundial”. “Lo importante es que la Federación está convencida de que hay que apoyar”, reitera Carlos Gómez.

 

Colombia está trabajando, pensando en la clasificación a los juegos paralímpicos de Rio 2016, haciendo escala en los V Juegos Parapanamericanos de Toronto 2015 y cada una de las competencias puntuales para ascender en el ranking a nivel internacional. Colombia empezó en el puesto 64 y en este momento esta ocupando la posición número 19 del ranking mundial, logro que lleva a que el voleibol sea el deporte paralímpico de mayor proyección,  

 

El primer fin de semana del mes de noviembre del presente año se realizó el primer Torneo Nacional Mayores Masculino de Voleibol Sentado, que dejó grandes expectativas en los deportistas, entrenadores y espectadores, quienes disfrutaron y gozaron de tres días cargados de fuerza, pastón, disciplina y coraje, mostrando un juego impecable y una excelente representación y participación de cada deportista, donde los esfuerzos realizados, se vieron recompensados con trofeos, medallas y reconocimientos por el deber cumplido.

 

Tunney Cañon al terminar el evento cuenta con emoción, por qué es tan importante la culminación de este evento, teniendo en cuenta que el trabajo realizado en estos años no ha sido en vano: “Es un orgullo poder ser partícipe de este gran logro, ver a todas las personas tan alegres y motivadas es lo que nos llevará a trabajar cada día más duro y hacer esfuerzos grandes para que el voleibol sentado crezca en Colombia y sea una forma de recuperar a todas aquellas personas que quieren una segunda oportunidad”. 

En Sopó se reunieron deportistas con diferentes discapacidades, en su mayoría personas víctimas del conflicto armado en Colombia, puesto que eran militares, los de Córdoba representaban a la décima primera brigada del Ejército, pertenecientes al Club Nuevo Vivir de la liga paraolímpica, los del Huila pertenecen a la novena brigada de Neiva, los deportistas de Antioquia son soldados profesionales y civiles con discapacidades mínimas, los dos equipos de las Fuerzas Armadas estaban constituidos en su totalidad por personas víctimas de MAP o MUSE y en el equipo de Bogotá no se encuentran militares sino que son personas con enfermedades congénitas y discapacidades de distintas índoles.

 

El deportista más joven tiene quince años, participa con la liga de Antioquia y el más viejo es James Tovar de la liga del Huila, de cuarenta y siete años de edad. Hace cuatro años sufrió un accidente automovilístico en el que perdió su pierna izquiera, James habla de su vida abiertamente repartiendo sonrisas, tiene cuatro hijos activos en el Ejército y pese a la situación de sus compañeros, aclara que se siente orgulloso del proyecto de vida de sus hijos, tiene otras dos niñas mujeres y vive con su esposa en Neiva.

 

Los primeros deportistas en Colombia que se sentaron a practicar el voleibol paraolímpico pertenecen a las Fuerzas Armadas y han representado a Colombia en diferentes torneos a nivel internacional. Los fundadores fueron Cabiedes, Zapata, Báez, Sandoval, Valencia, Guzmán, Rocha y Carlos Marín, quien habla de su experiencia con este deporte: “Hace cuatro años práctico el voleibol sentado y para la parte de recuperación muy elegante, uno se distrae, conoce y el voleibol hace el tratamiento mucho más fácil, porque el cambio de vida es muy brusco y esto nos ayuda a conservar la mente”.

 

Carlos es de Urabá, es casado y tiene tres hijos que viven en Urabá, es pensionado hace dos años y perdió sus dos piernas hace cuatro años, cuando caminaba en la serranía de Abibe y pisó una mina.

 

Eduardo Leal un soldado ibaguereño, fue víctima del conflicto armado hace dos años, cuando perdió una pierna por culpa de una granada de mano, un artefacto explosivo, en Toledo, Norte de Santander. Lleva jugando voleibol hace un año y medio y nueve años en el Ejército, “tengo un bebé que es el motivo de seguir viviendo”, reitera Eduardo al preguntarle sobre su familia y su situación.

 

Carlos y Eduardo cuentan que: “Ninguno de nosotros nos conocíamos de antes, ninguno jugaba ni siquiera voleibol, nos conocimos fue en este proceso y el que nos motivó a jugar fue el profesor Tuney cuando trajo el proyecto y lo llevo al BASAN (Batallón de Sanidad).

 

”Todos cuentan con mucho tiempo libre, lo que hace que sus jornadas de entrenamiento sean exhaustivas y compartan mucho más que solo entrenamientos, todos van a misa, se reúnen a jugar dados, cartas, son un acompañamiento diario, se toman de pelo, nos cuenta Carlos Marín al sentir en sus compañeros de juego una familia más.

Participación de Colombia en voleibol sentado.

Colombia asistió a los IV juegos parapanamericanos de Guadalajara 2011, donde lograron obtener el cuarto puesto a nivel continental. Después, en el 2012 se logró que la WOVD, organización que rige el voleibol sentado en el mundo, invitará a Colombia a participar en la copa intercontinental de voleibol sentado que se realizó en El Cairo, Egipto, donde se buscaba conseguir el último cupo para estar en los paralímpicos de Londres 2012, pero este se lo ganó Alemania.

Cada uno cumple su función según la capacidad o la mejor destreza que tenga, argumenta Marín al darnos la razón de por qué es sacado por el líbero (persona que está en el campo solo en la parte inferior, por su virtud en la recepción y la defensa, tiene siempre una camiseta diferente, porque es un cambio libre).

 

En un campo que tiene diez metros de largo y seis de ancho, se encuentran doce personas para disputar un partido de voleibol sentado, hay una malla que separa a los dos equipos, seis deportistas en cada lado, la altura de la malla es de 1,15metros para hombres y 1.05 para mujeres, una de las diferencias con el voleibol de piso aparte de las medidas, es que en el voleibol sentado el servicio o saque se puede bloquear, la invasión para los discapacitados se hace con las nalgas, las cuales se convierten en los pies para los de voleibol de piso, impidiendo la movilidad de algún jugador o interviniendo en la jugada del equipo contrario.

 

El voleibol sentado es uno de los deportes paraolímpicos más económicos, afirma Tunney Cañón, entrenador de la selección Colombia, al decir que lo único necesario es un escenario, un balón, una malla y entera disposición por parte de los jugadores.

 

En el coliseo de Sopó se podía observar las diferentes prótesis y las discapacidades de los deportistas, porque para jugar todos dejan estos elementos en un rincón, donde se puede apreciar los gustos, los materiales y cómo estas prótesis son un accesorio más a la hora de vestir.

 

En este lugar no solo están los deportistas, están los entrenadores, el cuerpo médico, los asistentes técnicos, los árbitros, los espectadores, los familiares de los deportistas y los aficionados al voleibol, quienes disfrutan de esta experiencia por la adrenalina que despiertan los jugadores en cada punto del juego, teniendo en cuenta que es un deporte de alto nivel.

 

En el partido por el tercer lugar que disputaban Córdoba y Bogotá, las graderías estaban llenas porque Antioquia y Fuerzas Armadas se unieron con voz, palmas y tarros para hacerle barra a Córdoba, “porque ellos son militares y es una forma de darles apoyo moral”, nos cuenta Víctor Zapata, selección Colombia de voleibol sentado.

 

Cada partido dura entre 45 minutos y 75 minutos, pero cada jugada aproximadamente dura máximo un minuto, es un juego muy rápido, se siente la emoción, el apoyo, el talento, el ánimo y el trabajo en equipo. Los que aprecian el deporte dicen que los deportistas tienen una gran velocidad para rescatar los balones.

 

Juan Carlos Triana es de LIDIFA, a él lo acompañan durante el torneo su mujer y sus dos pequeños, un niño de cuatro años, que nació un mes después del accidente y una bebé que tiene un año y medio, “es un orgullo que él represente a Colombia”, dice su esposa.

 

Juan Camilo, un pereirano que hace parte de la selección Colombia de voleibol sentado asegura que: “El voleibol es un deporte excelente, créame que representar a Colombia es lo mejor, además que tu vayas a otro país y que te digan de dónde eres y tú colombiano es muy gratificante”.

 

Víctor Zapata explica la importancia de este deporte en la vida de las víctimas del conflicto: “Este deporte nos permite de nuevo sentirnos activos y el poder representar de nuevo a Colombia, aunque sea de forma distinta, es un orgullo para todos, además los amigos que estamos cultivando y los torneos internacionales, hace de este deporte una experiencia inolvidable, el conocimiento las diferentes culturas, nos enriquece como personas”.

 

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